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«Responsabilidad afectiva»

 

No es necesario tener relaciones con títulos «formales». Se vale vincularse desde formas distintas, únicas, con acuerdos que le den preferencia a algún valor particular importante para los participantes, por ejemplo, el placer, lo social, lo económico, la libertad, etc. Solo recuerda que, hasta ahora, sabemos que para que una relación del tipo que desees, sea saludable, debemos incluir la «Responsabilidad afectiva», donde lo que se prioriza es el cuidado mutuo desde el respeto, de hecho, desde mi punto de vista, podría resumirse en una frase: Cuidar al otro/otra.

Uno de los puntos principales es no asumir que la otra persona siente o piensa lo mismo que yo y ello debe ser tomado en cuenta (y aquí viene el reto), sin anularme a mi.
Debemos saber que lo que hacemos y decimos, tiene un impacto en los otros/as y aunque no seamos responsables de la forma en que alguien más gestiona sus emociones, tener presente el cuidado mutuo es indispensable para evitar dificultades.

Responsabilidad afectiva no es evitarle incomodidad o dolor a la personas, pero si es evitarle sufrimientos. Para ello, se sugiere ser sinceras/os desde el inicio, si es necesario, desde la primera cita, donde podamos exponer con comunicación efectiva y afectiva lo que deseamos y lo que no, nuestras circunstancias y posibilidades así como imposibilidades.

Tampoco se trata de evitar «problemas» y con ello comenzar a ocultar sentimientos. Por supuesto, tampoco invalidar, negar o impedir la expresión de  emociones a la otra persona. Me he encontrado que salen con alguien más y sugieren desde el principio que una regla es «no enamorarse». Eso es irresponsabilidad afectiva, ya que asumimos que tenemos control o un switch que activamos a voluntad para sentir amor o evitarlo. Es un acuerdo irreal con grandes posibilidades de terminar en sufrimiento para una o todas las partes.

Por otro lado, recuerda que la responsabilidad afectiva no se trata de que adivinen lo que deseo o necesito, por eso, también debemos incluirnos en esa práctica. No solo es lo que el otro puede ofrecernos desde el sentido común o lo que puede conocer de nosotros/as, sino lo que pedimos, expresamos y los límites que nos auto establecemos para no caer al precipicio.

Quizá uno de los grandes estandartes de este tema es la evitación de comportamientos que puedan hacer crecer ilusiones en la otra persona cuando no deseamos involucrarnos. El amor es un regalo maravilloso, pero no siempre podemos recibirlo, especialmente si no nos agrada de quien viene, estamos en otro vínculo de exclusividad o simplemente no lo deseamos. Se que suena complicado, sin embargo, podemos resumirlo en prácticas de respeto y honestidad.
Si estás en un vínculo, procura hacerlo desde esta responsabilidad, pero también permanecer atenta a que quien está contigo, pueda ofrecértela.

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